.. y así, cada parte de nuestro arte, parte de Marte.

miércoles, 10 de abril de 2013

Proyectos con alma (T1)


Vivir el día a día rodeada de personas diferentes, con sus miradas, preocupaciones, dudas y preguntas, intercambiando sonrisas que proporcionan seguridad, compartiendo los pensamientos que nos surgen a unos y a otros; siendo un grupo pero al mismo tiempo muchas opiniones distintas, con cada forma de expresarse, con muchas maneras de actuar y miles de ideas que se cruzan y que formarán parte del camino de cada uno de nosotros. Esta forma de trabajar es un regalo. Y es que, trabajar en lo que a uno le hace feliz y le proporciona un crecimiento emocional e intelectual; como dice Mercè de Febrer (citando las palabras de su compañera Ester), y yo creo en ello firmemente.

Este regalo no viene solo, ni por arte de magia; y por supuesto no es un arte que se cree sin esfuerzo ni trabajo. El arte de la educación comienza por que uno crea que es capaz de conseguir cambiar las cosas, de mejorarlas y sobre todo de lanzarse hacia la innovación, hacia aquello desconocido, que quizá sea la mejor respuesta. Otra educación es posible, pero para lograrla hay que darse cuenta de aquello que no funciona en la actual. El primer cambio que propongo, es el de introducir en el aula de Educación Infantil el trabajo por proyectos. En primer lugar, y en referencia al tema que tratamos, vamos a dejar clara la “definición” y las “características” de la forma educativa “proyectos”, tan estudiada, innovadora y nombrada en los últimos años por todos los pedagogos y educadores.

Trabajar por proyectos no es una manera de hacer, no es una metodología para enseñar a los niños todo aquello pero de manera global; ésta podría ser la definición de “trabajar por centros de interés”, en la cual el maestro o los niños, proponen un tema considerado como significativo, y se lleva a cabo en el aula de forma integrada, relacionando ese tema con todos los lenguajes y las áreas de Educación Infantil. Está claro, que no es el opuesto de “trabajar por proyectos”, puesto que comparten muchas características (claramente es un aprendizaje constructivista, muy alejado del modelo transmisivo, convertido en nuestro enemigo número uno a erradicar desde el momento en que uno siente que quiere ser maestro y se empieza a formar para ello). Pero, lo que quiero aclarar es que realmente trabajar por proyectos va más allá de un tema cercano a los alumnos, mediante el cual desarrollarán todas las destrezas necesarias (como nos ha demostrado Mercè en su artículo proyecto sobre “Los canguros”, del cual hablaré más adelante). Trabajar por proyectos es una concepción educativa basada en tres fundamentos, como hemos visto en el vídeo de Fernando Hernández, “Trabajo por proyectos”, en clase. Los tres ejes en los que se apoya son, establecer un vínculo (1), experiencias de aprendizaje e interpretar lo que sucede (2), y promover la imaginación pedagógica (3). Las tres partes de las que debe constar un proyecto son muy importantes: la creación de un vínculo se da en todas las aulas, lo que debemos conseguir es que éste sea positivo y proporcione a nuestros alumnos confianza, seguridad, pérdida del miedo a equivocarse y diversión. En cuanto a las experiencias de aprendizaje, son fundamentales puesto que los niños aprenden de manera significativa cuando algo le ha llamado tanto la atención que se les queda como recuerdo por esa forma curiosa u original de aprender, (de ahí la insistencia por la innovación), y por supuesto hay que interpretar aquello que experimentamos para comprender y expresar lo aprendido. Todo ello está en relación con la imaginación pedagógica, tanto para niños como para los maestros, sino investigamos y desarrollamos la capacidad de imaginación, la creatividad y la fantasía, el aprendizaje se quedará aislado y “olvidado” en la “caja de lo que hacemos siempre”.

Los proyectos entonces, deben suponer un aprendizaje interactivo, interdisciplinar, crear un círculo abierto entre alumno-profesor-conocimiento; y así conectar con los niños, apasionarnos por el trabajo que hacemos, querer aprender y emocionarnos con ello, porque conocer y explorar emociona, y esa sensación nos lleva a querer volver a conocer, y a pensar que el mundo es tan pequeño que en una sola vida no nos da tiempo de conocerlo entero, por ello debemos ser eternos aprendices. Siempre hay algo nuevo en cada día y en cada lugar. Lo que me lleva a pensar en la manera en la que influye el espacio en el que nos encontramos, y del que disponemos, el tiempo en el que vivimos y cómo lo vivimos y lo utilizamos; para los niños las nociones temporales y espaciales tienen gran dificultad de aceptación y aprendizaje, por ello es tan importante trabajarlas, para ayudarles a ordenar la mente y estructurar el proceso que supone aprender y conocer. Trabajar por proyectos es EDUCAR EN RELACIÓN, así lo entiendo yo ahora, tras haber leído y trabajado las experiencias de Mercè y Anguita. Es aprender conjuntamente, de una manera vivencial y cotidiana, es decir, todo aquello que nos ocurre a lo largo del día puede ser aprovechado para aprender y para enseñar a los demás. De manera que el desarrollo de nuestros niños y del maestro va de la mano, creciendo y mejorando nuestros conocimientos e informaciones.

Los maestros somos tejedores de deseos. Estas seis palabras parece que forman una idea muy bonita para resumir (mucho, demasiado quizá) el papel que tenemos. Somos personas activas, que investigamos, creamos, contagiamos ilusión y ganas por aprender, y sobretodo deseamos, tenemos esperanzas y sueños, queremos y creemos que nuestros alumnos van a llegar algún día a lo más alto, y de una manera o de otra, nosotros influimos en las herramientas de la creación de cada uno de esos futuros médicos, abogados, albañiles, camareros, o futuros maestros. Si empiezo a hablar de esta preciosa profesión, no paro, y me desvío del tema, que aunque todo tiene que ver con lo que estoy hablando, me centraré en el tema proyectos y en los artículos leídos y trabajados durante las sesiones dedicadas a este primer bloque.

Mercè es una maestra de alma, tutora de un colegio de Barcelona, de la cual he tenido la oportunidad de conocer su forma de trabajar gracias a los artículos leídos (todos ellos citados en la página Bibliografía de este blog). La experiencia que nos relata es de hace ya unos años, y esto nos enseña que la educación no cambia por sí sola, con el cambio de la sociedad (que también, pero en base al cambio de mentalidad y a la evolución de la cultura), sino que depende mucho de la actitud y de la forma que el docente decida trabajar con sus alumnos. En este proyecto llevado a cabo por Mercè y sus alumnos se demuestra la capacidad ilimitada que existe para perseguir aquello que nos enseñe a aprender.

El proyecto partió del nombre de la clase, los alumnos necesitaban un nombre, y la maestra les pidió que llevaran revistas a clase para inspirarse, en una de ellas, vieron una fotografía de un canguro, que les llamó la atención. Algo tan simple como una revista para adultos, que es ajena a lo que podemos considerar (yo, por lo menos antes lo consideraba), como intereses de los niños, puede darnos la idea, el inicio de un proceso que va a marcar el desarrollo de los alumnos. Así, es como decidieron llamarse los canguros, pero ahí no quedó la cosa, se dedicaron a investigar sobre estos animales, y descubrieron que en el país donde más abundan, Australia, se les mata para comer y para fabricar abrigos de piel. Esto a los niños les horrorizó, tanto que decidieron escribir una carta a los responsables de este acto. Movilizaron así los medios de comunicación (el padre de un alumno trabajaba en un periódico y les consiguió la dirección de un periódico australiano), y los niños sin dudarlo decidieron ponerse en marcha y denunciar el acto. Para ello tuvieron que aprender sobre el país, el idioma, las costumbres, e incluso ubicarlo, ya que al ignorar estos conocimientos les llevó a querer saber más (y es que ignorar nos conduce a la curiosidad, a la duda y a las ganas de saber y conocer, y ¡cuánto más significativo y bonito es hacerlo por sí mismo!) Así que, estos “alumnos sin miedo a los desconocido”, y me atrevería incluso a calificarlos como “alumnos con ansias de saber”, no se echaron atrás al conocer todas las barreras que les suponía llevar a cabo su proyecto. También hay que reconocer que la maestra es la primera que no ponía límites a la capacidad de los niños, que sabía que si se equivocaban serviría de aprendizaje, y por supuesto, que si no lo lograban, no sería por no haberlo intentado. Enviaron la carta que escribieron, y ésta fue publicada en un periódico nacional; el cual les envió una copia, los alumnos habían conseguido un pequeño paso para los preciosos canguros australianos, y para ellos una gran experiencia de aprendizaje y motivación afectiva y personal.

Con este primer artículo, esta primera experiencia, la reflexión personal e individual en casa y las opiniones compartidas y refutadas en clase, empezamos la elaboración de este aprendizaje sobre qué es un proyecto. Llegados a este punto, yo me pregunto sobre la dirección que debemos llevar en nuestra profesión. Nosotros trabajamos con personas que están creciendo intelectualmente a velocidad de vértigo, que nos enseñan más de lo que aprendemos por nosotros mismos; y por ello creo que nos debemos a ellos, son ellos quienes realmente llevan las riendas, y nosotros tenemos que estar lo más preparados y formados posibles para continuar creciendo junto a ellos. En este sentido, me cuestiono ¿Qué dirección debemos seguir para conseguir que este proceso no llegue a la monotonía?, lo que me lleva a preguntarme, ¿hay a caso un único camino o vía para conseguirlo? Lógicamente, lo primero es pensar que no, hay infinidad de caminos y medios para lograr esta movilidad y huir de las tradicionales y aburridas (a mi juicio) clases que se ven en las escuelas que maestras veteranas y expertas llevan años repitiendo (o más bien, que me ha tocado ver a mí, en las pocas veces que he tenido la oportunidad de ir a una escuela). Tras darle vueltas y vueltas y reflexionar sobre ello, me he dado cuenta de que hay algo que sí que es único y común a todos aquellos maestros que he conocido (en colegios de prácticas, o gracias a las experiencias leídas en los artículos), y esa es la actitud con la que plantean el proceso que van a llevar a cabo junto a sus alumnos. Puede que me repita, pero en mi opinión, cambia radicalmente el hilo de la clase. Recuerdo ahora mi primera semana en un centro. No es que critique el comportamiento de las maestras con más años de vida laboral, sino que critico su actitud ante el proceso de aprendizaje (quizá marcado por la educación recibida como alumnas, tanto en E. Infantil y Primaria, como en su formación universitaria). En ese colegio, la gran impresión que nos llevamos mis compañeras y yo, y en lo que todas coincidíamos (a parte de lo adorables que son los niños y de la felicidad y energía, mezclada con la pena por irnos, con la que salimos el último viernes), era en la gran diferencia entre las nuevas profesoras (tres de ellas estaban en su segundo año en el centro), y las más veteranas. La acción de los niños era completamente distinta con unas y otras, se les notaba con quién les gustaba estar realmente y el ritmo de aprendizaje era brutal en comparación con las otras. Una pena, que estas no se dejaban influir, no querían cambiar su pedagogía ni sus formas, y lo que es peor no se daban cuenta de la puerta que estaban cerrando a la innovación, frenando así el avance de la educación. Con esa conclusión salimos del centro aquella semana, prometiéndonos que nunca se nos cerrara así la menta y la oportunidad a aprender.


A raíz de recordar esta experiencia personal y ese sentimiento de tristeza, surgió en mí una gran euforia al comprobar que hace muchos años ya había maestras que trabajaban por proyectos, y leyendo y trabajando los artículos de Montse Romero, “Yo quiero aprender a volar”; y Mercè de Febrer y Mercè de Ventura, “¿Es real la realidad?” me he dado cuenta de que es posible cambiar y conseguir una nueva educación. Ambos proyectos están muy relacionados entre sí, porque van en el mismo hilo de la innovación pedagógica, con nuevas formas de actuar con los niños. Tan importantes porque consiguen pensamientos y reflexiones, deducciones y auto-validaciones de los niños interactuando entre ellos y con el medio y los materiales que las maestras les ofrecen trabajar. El primero de ellos es un proyecto hecho de proyectos, una idea nueva que introduzco en el blog. Como dice la autora, consiste en establecer relaciones y conectar saberes, pongámonos en situación, cuando trabajas con niños a los que ya conoces, que llevan bastante camino recorrido y no es el primer proyecto desarrollado, éste puede enlazarse con otro, realmente no hemos cerrado ni terminado el proyecto, lo hemos continuado por un camino que hemos considerado relevante para nuestro aprendizaje, por ello es un gran proyecto hecho de proyectos. En este caso, se propone un itinerario de investigación, en el que lo niños mezclan aprendizajes, saberes y vivencias. Surge del misterio de volar, del deseo de hacerlo y de la ignorancia del cómo, por qué, quién, cuándo y un sinfín de preguntas y dudas al respecto. Esto nos lleva a una primera interpretación de la realidad ("las brujan vuelan, los pájaros tienen alas para hacerlo, las capas de los superhéroes también nos pueden servir…") y tras esta puesta en común, el grupo decide diseñar una “máquina de volar”, trabajando medidas, pesos, equilibrio, comparación entre animales y objetos con motor... y al mismo tiempo lo relacionan con los miedos, los deseos, los dragones, la fantasía, el arte, la música, llevando a cabo una investigación paralela que enriquece nuestra mirada del mundo, y nos abre hacia nuevos conocimientos y nuevos saberes. Los niños crean un “texto en 3D”, organizando las nuevas informaciones en cajas, las pueden tocar, crean y modifican objetos que representan lo vivido, establecen conexiones, y se dan cuentan de que “está mezclado todo porque todo está unido”, saben cómo y por qué, han construido conocimiento y ampliado sus aprendizajes. Esta forma de actuar, lleva a los niños a ser más autónomos sin desprenderse de ese sentimiento de grupo, que les proporciona seguridad, y sobre todo a entender que todo aquello que queramos explorar y conocer es posible mostrando interés y desprendiéndonos del miedo a lo desconocido.

En relación con ese miedo a lo ignorado, leímos también el texto de Febrer y Ventura, el cual recoge una investigación paralela en dos escuelas distintas, con diferentes resultados y formas de actuar frente a una misma situación. Los alumnos estaban trabajando en clase los astronautas y los viajes espaciales, y fueron invitados a una exposición del artista Fontcuberta, quien actúa como mediador de saberes. En la primera escuela, la experiencia partía del estudio y conocimiento de algunos pintores de renombre como Picasso y Velázquez, de los que habían visto y analizado obras. Una vez llegaron a la exposición tenían la duda de si las fotografías eran reales o falsas, de si estaban manipuladas por el autor o no. Las conclusiones de los niños eran variadas, cada una con su punto de vista. Después reconstruyeron lo vivido, la historia de cada fotografía, el momento de su ejecución, el lugar, no a modo de recopilación, sino llevando a cabo un proceso de vinculación que les llevó a reflexionar y a entender que “casi todo está relacionado con todo”. En la segunda escuela, el punto de partida era diferente, partían de la pregunta ¿Cómo se hacen las películas?, sus efectos especiales, las heridas o muertes falsas, todo ello no es real, y los niños van con esa idea a ver la exposición. Además, tienen conocimientos previos sobre el tema de los astronautas, lo que les sirve para crear nuevas hipótesis y contra-argumentar las de sus compañeros. A este grupo de niños se les ocurre la idea de “engañar” al resto de niños de su colegio, inventando una historia y manipulando una situación con huesos de pollo. Los alumnos se dan cuenta de que se encuentran en una situación de poder al saber la realidad y presentarla de otra manera al resto de niños, reflexionan sobre lo aprendido y se dan cuenta de que el objetivo de Fontcuberta es hacernos dudar. Algo necesario para enfrentarnos a cualquier situación, es imprescindible dudar, desconocer, no creerse tal cual todo aquello que se nos presenta, sino que hay que cuestionarse sobre ello y así aprender y desarrollar una personalidad con capacidad de crítica. Para ello, debemos ser personas curiosas, estar atentos y conseguir un equilibrio entre la imaginación y la realidad. No siempre es bueno lo real y malo lo ficticio. El equilibrio nos proporciona una inmersión en mundos distintos que si los mezclamos, pueden dar lugar a uno lleno de potencial y creatividad. “Las sirenas existen si tu quieres, existen en la imaginación”, (concluía una niña en el proyecto, en relación a una fotografía). Y eso es exactamente saber hasta qué punto debemos dejarnos influenciar por la imaginación. Cuando leí esta frase, se dibujó una sonrisa en mi cara, y lo primero que pensé fue: “qué bonita es la infancia, está llena de mundos creados para ser más feliz”. Está llena de magia, es una época en la que todo tiene relación con aquello que nos ocurre y lo vivimos de manera real. Ya sea una película, una “mentirijilla de padres” (como la existencia de los reyes magos o el ratoncito Pérez), o una simple hipótesis de un amigo que cree firmemente que cuando llueve es porque los angelitos se están bañando. Esa magia tan cierta y a la vez tan falsa, es la que nos hace creer en que podemos conseguir lo que queramos, y que desgraciadamente se pierde conforme vamos creciendo en esta sociedad de estereotipos, de normas y de “hechos lógicos” que nos tiene que dar la madurez. A veces, es imprescindible no perder esa fantasía, que nos abre la mente y nos ilusiona con otras cosas posibles, que nos empuja hacia la creatividad y hacia la innovación y sobre todo que nos da las ganas y la energía necesaria para tratar de hacer lo imposible. “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” (Walt Disney). Y por muy difícil que resulte, no debemos olvidar que trabajamos con niños, y que en sus cerebros es donde se encuentra la “casa de la fantasía”, de donde surge y nace todo aquello que quieran que sea posible. ¿Y si dejamos que nos contagien su magia y la utilizamos para re-activar el cuerpo de nuestro proyecto? Los proyectos tienen que contener esa magia, que nos conducirá al aprendizaje realmente significativo, placentero y aprendido.
 


Las conclusiones de este proyecto se vieron tan dispares como las opiniones de los niños participantes. Cada persona tenemos un punto de vista, y éste ha de ser respetado. Algunos niños se tomaron bien el engaño, otros se molestaron y a otros (como la niña que creía en las sirenas) les sirvió para crear su mundo equilibrado entre realidad y ficción. El proyecto llevado a cabo por Laura Morejon, Aprendiendo desde los bordes de la educación artística: una experiencia en la escuela primaria”, habla también de los distintos puntos de vista, de que cada alumno tiene, gracias a que observa, piensa y reflexiona de una manera, tiene una concepción previa de los hechos, influida por sus experiencias personales, por su estado de ánimo, por su estilo de vida. La autora dice que una de las cosas más importantes son las conversaciones en clase, las cuales son una fuente de intercambios de información y de aprendizaje constante que determina la evolución del grupo y del individuo. Como dice Hernández (2000), en el mismo texto: “los alumnos pueden aprender entre ellos”. Y realmente lo hacen, se dan cuenta de que comparando y exponiendo sus propias ideas, éstas se enriquecen y son más completas. Vivimos en sociedad y la comunicación es algo innato, pero la auto-crítica hay que trabajarla, para avanzar en el aprendizaje personal de cada uno. Así como es necesario trabajar con los alumnos los distintos tipos de perspectivas que puede tener una situación, un aprendizaje. Los puntos de vista son personales, pero están influenciados en gran medida por la cultura recibida y la que va creando nuestra forma de ser. Marisol Anguita, en su texto “Cartografías de lo posible”, dice: “El papel que juega la cultura favorece el cambio de posicionamiento de los sujetos, de manera que pasen de actuar como receptores o lectores a actuar como visualizadores críticos.” Por ello es imprescindible trabajar la variedad y la riqueza personal de cada uno. Todos podemos aportar algo nuevo, algo diferente que nos haga reflexionar sobre lo aprendido. Escuchar, re-pensar y compartir opiniones y puntos de vista, nos permitirá explorar y conectar conocimientos entre perspectivas y construir nuevas relaciones.

En este texto, la autora nos relata la experiencia de un grupo de estudiantes de la Universidad de Barcelona que participó en un proyecto con niños de Educación Infantil. Cuenta cómo los niños aprenden en relación, sacando partido de todo aquello que les rodea y que les afecta en su ámbito personal. Los niños aprenden en red, en compañía. Ellos mismos relatan su experiencia y su opinión “todos mandamos, pero nos gusta mandar para la paz”, “aquí todos somos presidentes” (en relación a un proyecto sobre dictadores). Se dan cuenta de que todos tienen algo que decir, nadie es más que nadie por pensar de una manera o de otra. La escuela actúa como espacio para pensar en compañía, su intención es provocar nuevas ideas. Los niños regalaban afirmaciones tan maravillosas como “el mundo somos nosotros”, y es que nosotros somos quienes construimos el mundo, somos “tejedores de deseos”, como dice Anguita, los cuales se van creando gracias al aprendizaje, surgido de una espiral, de un cambio, “aprender es una forma de cambiar de lugar”. Esta frase me recuerda y resume todos los viajes que he realizado, en lo que he aprendido culturas, formas de vida, nuevos horizontes y me he dado cuenta de lo mucho que podemos aprender conociendo nuevos sitios y nuevas pedagogías, moviéndonos de un sitio para otro, cogiendo de cada uno lo que más nos llama la atención. Siempre hay algo bueno en lo diferente, lo importante es la actitud. Cambiar es una forma continua de aprender, sin olvidar lo ya aprendido y dándole un giro (o los que hagan falta) para encontrar el aprendizaje significativo. La espiral es una bonita metáfora gráfica de este concepto. La asamblea de clase, la organización del congreso, cómo se reúne un equipo de fútbol para recordar sus tácticas, o incluso una cena de amigos, siempre se dan en torno a un círculo; y es que es la mejor manera de favorecer la interacción y la reflexión. En Educación Infantil, nos beneficiamos de ello, puesto que las mesas se colocan en grupo circulares, la asamblea es el pan de cada día en las aulas, en primaria por desgracia se va perdiendo esta estructura, y en cursos superiores el diseño es totalmente tradicional, incluso teniendo al profesor en una tarima que le da una situación de poder sobre los alumnos, (lo más triste es que hasta en las clases de magisterio, la mayoría de los profesores ni le dan importancia, haciendo que su discurso sobre el aprendizaje significativo y cooperativo choque contra sus propias clases prácticas). Pero no todo es malo, ni mucho menos, esto nos hace pensar y ver que las cosas tienen que cambiar, que otra educación es posible y que comienza con un cambio frente a la actual pedagogía que se da en nuestras escuelas.
 
 
 
Trabajar por proyectos es un inicio de este cambio, pero trabajar por proyectos bien. Es decir, no quedarnos en la idea de “todo está relacionado, pero sigo programando una unidad didáctica”, va mucho más allá de eso. Y llegados a este punto, con todo lo que hemos estado hablando y aprendiendo sobre los proyectos, me pregunto ¿estamos preparados para llevarlos a cabo de manera que realmente funcionen? Seguramente no, pero por eso nunca hay que dejar de investigar, de formarnos, de leer y por supuesto de basarnos y coger ideas de otros proyectos y pedagogías que existen. Salvador Dalí dijo: “Pintar un cuadro es o muy sencillo o imposible”. Y aprender a aprender creo que es buscar ese término medio que Dalí conseguía cuando pintaba, puesto que a veces es sencillo y rápido, se ven las cosas muy claras y otras, en cambio, son difíciles y se consiguen con mucho esfuerzo. Como dice Mercè de Febrer, en el primer texto citado “Canguros cast”, los niños siempre se han interesado más por lo difícil y lejano que por lo sencillo y cercano; porque esto les hace sentirse ciudadanos del mundo, creadores de éste y partícipes de lo que ocurre. Vivimos en una sociedad dispar que nos educa para un mundo creado, para acomodarnos a él. En cambio, los niños tienen la ilusión, las ganas y la capacidad de cambiarlo, saben que lo pueden construir, y por ello los profesores debemos darles las herramientas para que trabajen y descubran que en el cambio está el aprendizaje y en la innovación, la calidad.

Siguiendo con la necesidad de trabajar en el respeto y la diversidad, me viene a la mente, la importancia que adquiere el hecho de construir un bagaje de experiencia, una maleta en la que recojamos todo aquello que sucede, hacia dónde se encamina la clase, qué hechos ocurren para seguir avanzando de una manera u otra. En definitiva, documentar lo que pasa en el aula. La importancia de ello es infinita, en primer lugar, porque nos aporta un fantástico resumen de todo aquello que hacemos, e incluso de lo que no hacemos. Al elegir un camino u otro en el aula, debido a una idea de un niño, a una oportunidad casual (o no) que se nos presenta o a un cambio de intuición con el proyecto, estamos siguiendo un hilo y dejando otro atrás. Por ello, no me equivoco al decir que la documentación nos sirve para recordar lo que hemos hecho y lo que podríamos haber hecho, (y quien sabe si en un futuro esa oportunidad perdida volverá a surgir). En las horas que pasamos en el colegio con nuestros alumnos, suceden miles de momentos únicos, que dan pie a nuevas experiencias. Documentar implica una reflexión sobre el porqué, tiene una doble función, la de revisar y re-pensar los procesos escolares y la de compartirlo; gracias a ellos podemos mejorar y aprender de lo que vamos haciendo, sin dejar atrás olvidado todo aquello que nos ha proporcionado aprendizaje. Una de los objetivos de llevar a cabo este proceso de documentación es para ilustrar, pero no para aparentar, sino para señalar lo importante, para retener de manera visual aquello que hacemos, dar cuenta de una manera gráfica, rápida y muy completa, de lo que sucede en el aula. Un segundo objetivo, es formarse, con artículos, documentos, evaluación continua, y así abrir nuevos horizontes hacia la innovación y la creatividad, repasando proyectos que pueden llevar múltiple caminos. Lo que me lleva a recordar que en nuestra clase surgió este hecho. El texto utilizado por Imanol Aguirre para trabajar el cómo se documentar (“Cartografías de lo posible”) es el mismo que utilizó otra profesora, Amaia Arriaga, para trabajar el mundo del arte en la escuela. De un mismo documento podemos dirigirnos hacia muchas ideas diferentes, por eso es tan importante la formación continua y la investigación de un profesor, porque dependiendo del momento y del camino que elijamos seguir con una información aprenderemos unos cosas u otras. En el texto “Making Learning Visible”, se habla también de cómo el equipo docente es un equipo de investigación, que sigue las cinco características de la documentación para conseguir un buen trabajo abierto del proyecto “las ciudades” que realizaron en Reggio Emilia con los alumnos. Estas cinco características son: partir de una pregunta que guía el proceso, dar pie a múltiples perspectivas y análisis colectivo, interpretación, evaluación y observación. Contar con variedad de lenguajes (visual, audio, texto…), debe ser una documentación pública y ser retrospectiva, es decir, usada para formar el diseño de futuros contextos para aprender. Documentar conlleva un esfuerzo extra para el profesor, puesto que tiene que estar pendiente de anotar, grabar, fotografiar lo que sucede, pero el aprendizaje que supone se multiplica.

 Y así os presento una parte de mi cuerpo que desconocía, que a partir de ahora se va a desarrollar con más fuerza y que me acompaña a todas partes: mis idoídos. La historia de su origen se encuentra en la siguiente página de este blog. En ella además encontrarás todo lo que han oído, anotado y aprendido durante estos meses (bien acompañados y aconsejados por mis ojos y la cámara de mi iPhone). En mi mente, estos pequeños “interpretadores” de emociones e información sentidas y surgida en clase.

Leer página siguiente: Mis id-oídos. Al volver a terminar esta entrada, saltarse el párrafo siguiente (Escrito en color azul).

En caso de que no hayas leído la página siguiente, estarás leyendo este párrafo, por ello únicamente quiero resumir lo que en ella se habla con la siguiente frase: documentar para aprender, aprender para mejorar y mejorar para construir un mundo en el que sea posible la calidad educativa, porque ésta es el motor que lo mueve.

Por último, he de decir que la educación da respuesta a todo, que sin ella no creceríamos como personas, es necesaria para avanzar en nuestro camino. Conocer todos estos proyectos (gracias a la documentación, con videos, fotografías, transcripciones…), la forma de llevarlos a cabo, la actitud de las maestras y de los niños, es una maravilla. Poder contar con esta gran “biblioteca de ejemplos” para formarnos es un lujo, y por supuesto saber que existen personas que creen en ello, en la EDUCACIÓN. Y darme cuenta, gracias a los debates creados en clase y en el foro, de que la mayoría de futuros maestros que surgiremos de esta generación, intentaremos actuar así en un futuro, puede que no lo logremos, pero hoy por hoy, así es como queremos trabajar y hemos visto que es posible, que los niños aprenden y nosotros aprendemos de ellos.

“Quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender”
 
 

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